martes, 25 de marzo de 2008

Suplemento Señales - Diario La Capital


La dictadura en la escuela: indagaciones del pasado en la revista Prohistoria
La última dictadura militar halló en los ritos escolares el modo de canalizar el imperativo de perfección de la vida espiritual a partir del cual era definido el proceso educativo. Los ritos de institución acentuaron creencias ya instaladas en el sistema educativo y se constituyeron en los medios más eficaces para la naturalización de significados.
Uno de los calendarios del período incluía un apartado de catorce páginas dedicado a normativizar el uso y tratamiento de los símbolos. Se sostenía que las transgresiones a las normas vigentes para el tratamiento y el uso de los símbolos se debían al "deterioro sufrido por el país en sus diversos aspectos e instituciones". Como consecuencia de ello, la escuela había sido afectada por "concepciones despersonalizantes, materialistas y antinacionales", "acción ideológica disolvente, tendenciosa y disociante". Por lo tanto, autoridades escolares y docentes debían "asumir plenamente la responsabilidad de la importante función que la Nación les ha delegado". El ejercicio de la docencia debía ser "prédica y acción formativa permanente". El texto omitía definir y caracterizar el deterioro institucional porque las fuerzas armadas, en tanto que actor político, se hubiesen visto involucradas en un análisis que indagara en las razones de la crisis de la esfera político-institucional. Entonces, lo que era un problema político se representaba como una lesión al sentimiento patriótico.
Entre los ritos fundamentales se contaba el juramento a la bandera. El Calendario Escolar Unico de 1981 transcribía los textos a utilizar para prometer lealtad a la bandera por parte de los alumnos de séptimo grado del nivel primario, para la toma de juramento de los alumnos que egresaban del nivel medio y el de la proclama de la juventud a leer por un alumno en el acto de juramento a la bandera. Los calendarios escolares prescribían en detalle el tratamiento que debía darse a los símbolos, la bendición de la bandera por parte de sacerdotes católicos, la recitación de oraciones al símbolo y la participación del alumnado en actos religiosos.
Más que una religión civil, se buscaba lograr una total identificación entre los ritos seculares y los religiosos. En el marco de la cooptación del sistema de enseñanza pública por el discurso educativo de la Iglesia católica, el ministro de Educación, Eduardo Sutter Schneider y el subsecretario de Educación, José Carlos Marí Rousseau, al referirse a la escuela como "canalizador y promotor comunitario", señalaban que dicha función se cumplía:
"Cuando reconociendo explícitamente la dimensión trascendente del hombre, el ámbito escolar se transforma no sólo en templo de saber sino en ámbito de vivencia y crecimiento en la fe, sin excusas reglamentarias y fundamentalmente asegurando las oportunidades de una efectiva educación integral. [Esto se ponía de manifiesto, según los funcionarios, en la] Autorización habitual para que sacerdotes y religiosas usen instalaciones escolares para desarrollar actividades de evangelización."
Se prescribían en detalle los comportamientos que debían asumir los alumnos en relación con la bandera, estableciéndose una homologación entre abanderados y soldados:
"Los alumnos que tendrán el honor de izar, arriar, conducir y acompañar la Bandera Nacional [...] no podrán renunciar a este honor por razones de carácter religioso o de cualquier otra índole que invocaren. El no cumplimiento de estas normas constituirá falta grave y se sancionará hasta con medidas expulsivas. [...] En los casos en que se hallen presentes las FFAA de la Nación [en actos fuera del local escolar] el abanderado prestará atención a las voces de mando del jefe de las tropas, ejecutando los movimientos que se ordenen."
Las ediciones del diario El Litoral dan cuenta de la importancia otorgada a los rituales, que eran reforzados por las conmemoraciones indicadas en los calendarios: a las tradicionales se sumaron el "Homenaje al Centenario de la Conquista del Desierto" y la "Recordación de la recuperación de las islas Malvinas". Otras celebraciones, de origen religioso, también fueron introducidas a través de resoluciones ministeriales. En la visión de las autoridades, los ritos de institución estaban llamados a restaurar un sistema de valores y unos esquemas de interpretación que habían sido relativizados por lo que se denominaba acción ideológica disolvente en el sistema educativo.

La propaganda militar

En el marco de lo que a nivel nacional se denominó acción cívica de las fuerzas armadas, se daba a conocer la participación del Ejército y de la Armada en la erradicación de escuelas rancho del norte provincial, así como los actos en los que las guarniciones militares entregaban banderas a las escuelas. En algunos casos, las instituciones militares oficiaban de padrinos de las escuelas y los jefes militares tomaban el juramento de la bandera a los alumnos. En ocasiones como esas, los jefes militares exaltaban la acción de las fuerzas armadas e instaban a los docentes a redoblar sus esfuerzos en la inculcación de los valores nacionalistas.
Ejemplo de esto lo constituye el discurso del teniente Braga, del Comando de Artillería 121 quien, en un acto escolar hacía referencia a la "definitiva reorganización nacional" e instaba a "no permitir jamás que nuestra celeste y blanca sea reemplazada por otra que pretenden imponernos los agentes de la violencia y la corrupción".
El Ministerio de Educación involucró a docentes y alumnos en actividades que transmitían la idea de un destino histórico y un mandato de rechazo a todo aquello que atentara contra la nacionalidad. El boletín los instaba a participar en concursos sobre cuestiones limítrofes en el sur argentino, explotación de los recursos marítimos, fauna marítima, islas del Atlántico sur y Antártida. Se implementaron concursos y campañas dirigidos a todos los niveles del sistema educativo provincial: "Historia naval"; "El niño, la Escuela y el Ejército"; concurso fotográfico "Construyendo la Patria"; campaña "Azul y blanco".
Los concursos implementados en la provincia constituyeron estrategias para acercar a las fuerzas armadas a la población e involucrar a docentes y alumnos en actividades centradas en los significados nacionalistas. El propósito radicaba en reforzar la idea de un destino histórico que habría nacido con la revolución de mayo y, en esa tradición, se ubicaba el mandato de rechazo a todo aquello que se considerara sospechoso de atentar contra la nacionalidad.∏
El proceso, revisitado
El número 11 de Prohistoria, revista que dirige Darío G. Barriera, incluye entre otros artículos "Dictadura y memoria: el conflictivo contrapunto entre las memorias de la dictadura en Rosario", de Gabriela Águila; "Fútbol, Autoritarismo y Nación en Argentina 78", de Diego Roldán, y "Centros clandestinos de detención. Algunas reflexiones sobre cómo abordar su estudio: el caso de Rosario, 1976-1983", de Roberto Román. El texto que se publica es un fragmento de "Nacionalismo y catolicismo en la educación pública santafesina (1976-1983)", de Fabiana Alonso. Como editorial, se incluye la carta de Chicha Mariani a su nieta, secuestrada por la policía bonaerense en noviembre de 1976 y todavía no recuperada.

sábado, 15 de marzo de 2008

LIII Congreso Internacional de Americanistas - México 19 al 24 de julio de 2009

ACTIVIDAD ACADÉMICA
Propuesta de Sandra Fernández y Gabriela Dalla Corte
53 Congreso Internacional de Americanistas
Ciudad de México, 19 al 24 de julio de 2009
SIMPOSIO
“Sociabilidades, redes y poderes en América Latina. Poder local y organización del Estado, siglos XIX y XX”.

COORDINADORAS
Gabriela Dalla Corte (Universitat de Barcelona, España) dallacorte@ub.edu
Sandra Fernández (CONICET/universidad Nacional de Rosario, Argentina)
srfn@ciudad.com.ar


PROPUESTA
El simposio pretende reunir a investigadores que aborden el papel de las sociabilidades, redes y poderes en la construcción del Estado a partir del ámbito local a lo largo de los siglos XIX y XX. Los diversos tipos de sociabilidades resultan centrales en el proceso de consolidación del ámbito estatal latinoamericano a partir de los procesos de independencia. Se privilegia la dimensión local procurando tratar los siguientes temas: 1.- el peso de la organización familiar en la determinación de los poderes locales; 2.- el papel jugado por empresas de diversa índole en la articulación del territorio con el mercado internacional; 3.- el rol de las corporaciones y de las asociaciones en la consolidación del Estado; 4.- la pervivencia y/o transformación de redes sociales de antigua data a partir del siglo XIX. Se incentiva la presentación de propuestas comparativas entre las diversas regiones de América Latina.


Extensión plazo presentación de resúmenes 26 de marzo de 2008

domingo, 9 de marzo de 2008

Política, Cultura, Religión: homenaje a Reyna Pastor

CARZOLIO, María Inés y BARRIERA, Darío G. (Comps.) Política, Cultura, Religión. Del Antiguo Régimen a la formación de los Estados Nacionales. Homenaje a Reyna Pastor, Prohistoria, Rosario, 2005, 242 pp.
Bajo el título Política, Cultura, Religión... se nos presenta una compilación de trabajos que se unen con el propósito de rendir homenaje a la Dr. Reyna Pastor, obras inspiradas en líneas de investigación que dicha historiadora ayudó a desarrollar. Este libro fue construido a partir de algunas ponencias presentadas en las III Jornadas de Historia Moderna y Contemporánea realizadas en Rosario, a las que se les sumaron contribuciones externas, jornadas en las que se confirió a Reyna Pastor el doctorado Honoris Causa.
En “Las biografías medievales, problemas teóricos e historiográficos. Especialmente referidos a las de las mujeres castellanas”, Reyna Pastor vuelve su mirada sobre las biografías, consideradas como material de análisis que permite ampliar los estudios sobre actores sociales que aparecieron excluidos de roles que implicaran toma de decisión en la sociedad medieval y temprano moderna, como fue el caso de las mujeres. El rescate de las biografías de mujeres medievales no sirve sólo para profundizar sobre un agente en particular, sino que enriquece al mismo tiempo los estudios sobre la historia de las mujeres. A partir de las biografías es posible arrojar nuevas luces sobre diferentes problemáticas, así como ampliar el conocimiento sobre otros actores sociales muchas veces dejados de lado.
En“Imágenes, mujeres y justicia. Pleitos civiles entre dos mundos, siglo XVII”, de Silvia Mallo y Cecilia Lagunas, aparece nuevamente la mujer como un actor social central, en este caso de un pleito por el reparto de la herencia de un comerciante español. A partir del estudio de un pleito originado en la Real Audiencia de Panamá, en el cual la viuda intenta, a la muerte del esposo, tomar el control del patrimonio y de las redes familiares ocasionado un enfrentamiento con el resto de los miembros de la familia, las autoras se adentran en el análisis de las formas en que interactúan las redes de parentesco en la América colonial, donde la organización familiar se estructura en torno al hombre, cabeza de familia, como medio de preservación del patrimonio. Esta investigación busca destacar la cuestión del género como elemento a considerar en el terreno de la disputa.
En los trabajos de Elisa Caselli, Bernard Vincent y Carlos Calderón adquiere centralidad la cuestión de la religión y los vínculos que ésta mantiene con la política, aunque los objetivos que estos autores persiguen y las formas de abordaje de esta problemática disten de ser iguales. Bernard Vincent en “L’Islam en Espagne a l’époque moderne” se propone rebatir la idea, sostenida con fuerza por la historiografía tradicional, de que España consiguió su unidad religiosa durante la Edad Moderna, constituyendo una Monarquía donde judíos y musulmanes habían emprendido el camino del bautismo o del exilio. La visión que presenta a la España moderna sólo integrada por cristianos viejos y nuevos es puesta en cuestión por B. Vincent, quien demuestra que los judíos y, sobre todo, los musulmanes, continuaron presentes en los territorios de las Coronas de Castilla y Aragón, a pesar de las órdenes de expulsión.
Elisa Caselli, en“El antijudaísmo cristiano en las relaciones políticas (Castilla, siglo XV)” nos ofrece una mirada, a través del concepto de antijudaísmo cristiano, sobre las relaciones existentes entre la comunidad judía y la cristiana, que además de sostener convicciones religiosas excluyentes, imponían una exclusión que iba más allá de la religión. Mediante el concepto de antijudaísmo, Caselli, intenta dar cuenta de cómo un sentimiento religioso podía operar en las relaciones de poder, ya que con la constitución de la Monarquía castellana sacralizada cuyo fundamento era religioso, éste fue utilizado para fortalecer las relaciones de poder al interior de la Monarquía cristiana. Esta autora plantea la inherencia de poder, política y religión, inseparables en las instancias de decisión política, en las sociedades de Antiguo Régimen, siendo la administración de justicia y la producción de derecho niveles resultantes de esas relaciones.
Por su parte, en “Los guardianes de la penitencia y el delito de Solicitatio ad turpia en los registros inquisitoriales de Galicia a fines del Antiguo Régimen (1700-1820)”, Carlos Calderón, partiendo de los registros inquisitoriales, material mediante el cual puede analizarse la actuación del Tribunal de Galicia, centra su análisis en un delito dejado de lado por otras investigaciones: el de la solicitatio ad turpia, que era la solicitación por parte del confesor a sus confesadas en el mismo acto de la confesión de “palabras blandas o amorosas”. Este delito, considerado como una forma de corrupción sexual instigada por eclesiásticos a sus hijas de confesión, permite a Calderón adentrarse en el contexto social y cultural del Antiguo Régimen, en el cual estos hombres de iglesia se encontraban inmersos, donde delito y pecado se mezclaban. Dicho autor muestra cómo el Tribunal de Inquisición que accionaba sobre este delito, cometido por clérigos, apuntaba así al corazón de la misma institución eclesiástica.
Los artículos de J. J. Ruiz Ibáñez, M. Moriconi, M. Bonaudo y M. I. Carzolio constituyen estudios que, desde un enfoque político, buscan centrarse en las interacciones de los actores colectivos y en las relaciones de poder que se estructuraban a partir de los vínculos que éstos iban tejiendo entre sí.
Así en su trabajo, “Procesos políticos, discurso e interés social en Europa a fines del siglo XVI”, José Javier Ruiz Ibáñez, teniendo como premisa que en las sociedades de Antiguo Régimen los agentes tuvieron posiciones activas frente al sistema político, se propone una reflexión sobre las tomas de posición de los actores. Podemos considerar como pregunta central del texto la cuestión acerca de qué llevó a un individuo a adscribirse a una determinada propuesta política, ya que a si bien la Monarquía desplegó un sinnúmero de mecanismos de coacción, la elección de los agentes no estaba predeterminada. Para este autor, sobre la elección que realizaron los agentes hay dos cuestiones a considerar: la vida cotidiana en la ciudad, que fue generando espacios ideológicos que influyeron sobre el individuo, y la propia experiencia personal de estos actores sociales.
En la misma dirección se encuentra el texto de Miriam Moriconi “Comportamiento político de los actores sociales en el concejo de la villa de Potes. Siglos XVI- XVII”, cuyo análisis se centra en el estudio de los conflictos entre un señor monástico y los campesinos de una comarca cantábrica (Potes). Las relaciones mantenidas por el Monasterio de Santo Toribio de Liébana con los concejos fueron tensas, debido a que éste avanzó sobre los usos y costumbres de los vecinos. Sin embargo, los concejos se defendieron tenazmente, llegando incluso, como en el caso del concejo de Potes, a reclamar ante la justicia real. Considerando que el ejercicio de la justicia local constituyó un rasgo fundamental de las formas de hacer política, la propuesta gira en torno a la reflexión acerca del comportamiento político del grupo que acciona en nombre del concejo.
Esta relación entre justicia y ejercicio de la política subyace también en la investigación de Marta Bonaudo, “Hecho jurídico...hecho político. La conflictiva relación entre poder y justicia en la construcción de la República posible. Santa Fe 1856- 1890”. La autora propone analizar la relación conflictiva entre justicia y poder que se fue suscitando en el marco de una sociedad, como la santafesina, que ha emprendido el tránsito hacia un orden social burgués, tomando como premisa que el campo de la justicia no escapa a las lógicas del poder y dejando al descubierto la compleja gama de vínculos entre los miembros de los espacios jurídicos y las redes de poder. Esta autora nos muestra cómo la consolidación del campo jurídico provoca adaptaciones y resistencias que obligaron a replantear los usos que las clases dominantes hicieron de la justicia.
El trabajo de María Inés Carzolio, “Acerca de algunas solicitudes de naturaleza atípicas que figuran en los Libros de Acuerdos de Cortes durante el reinado de Felipe IV”, indaga sobre el aumento de las concesiones de naturaleza durante el siglo XVII. Considerando que la obtención de una carta de naturaleza fue un requisito fundamental para alcanzar ciertos beneficios y privilegios, estas fueron solicitadas a Rey con frecuencia. La concesión de estas cartas era un regalía del Rey, quien poseía la facultad de crear naturaleza; para los solicitantes y la Corte era una merced otorgada como retribución por algún servicio. Carzolio plantea que, si bien, estas cartas nunca fueron ofrecidas a la venta, en ciertas ocasiones tuvieron un trámite extraño, sobre todo en momentos cuando las necesidades económicas contribuyeron a que aumentase su otorgamiento. Para la Corona, este mecanismo constituyó una fuente de ingreso y una posibilidad de establecer vínculos y relaciones con determinados grupos.
El artículo de Fernanda Mazzanti Pepe, “I caratteri originaldi del federalismo liberali e democratico. Dai Girondini a Cattaneo”, plantea un esclarecimiento del proyecto federal de Carlo Cattaneo (1801-1869), ambiguamente invocada por un reciente gobernante italiano. Como anota, el mismo concepto y la misma palabra pueden ser declinados de modo variable, para adquirir significados diversos y remitir a universos conceptuales, proyectos políticos y elecciones constitucionales muy distintos. Cattaneo se inspiró en el federalismo de Brissot. Para el jurista italiano, el federalismo estaba unido a un concepto de libertad y autonomía locales destinado a contrabalancear el superpoder del centro, promovido por Cavour. Para Cattaneo solo una sociedad civil articulada y pluralista podía ser portadora de la libertad nacida del equilibrio entre los derechos individuales y los de la comunidad, y de la democracia entendida como posibilidad concreta del ejercicio de los derechos civiles y políticos.
Ana Carolina Hosne en “Mundo, hombres y vida política bajo la influencia de Saturno. Una aproximación a la relación entre política y melancolía en la Europa Moderna” nos brinda una visión sobre los vínculos establecidos entre la política y la melancolía desde la perspectiva de los teóricos políticos del siglo XVI. Esta autora plantea como la melancolía, a partir de los aportes de la teoría humoral, fue tomada en consideración por diferentes autores durante ese siglo, pero siempre cargada de negatividad, y los hombres “melancólicos”, considerados una amenaza al buen gobierno. Su trabajo muestra cómo desde la política, muchos problemas fueron tratados y reformulados haciendo uso de la teoría humoral.
Igualmente el trabajo de María Luz González “Prudentes como las culebras y simples como las palomas. Algunas sugerencias para el buen gobierno de una monarquía”, nos propone una reflexión política sobre el siglo XVIII a través de los espejos de príncipe. Tomando como base la fuente “El Arte de Reinar” de Vicente Bacallar y Sanna donde el autor dirige consejos a Luis I para su buen gobierno. Este trabajo busca dar cuenta, por un lado, de la concepción política del autor de “El arte...”, y, por otro lado, su intento de congraciarse con el nuevo monarca.
Tanto la investigación de Hosne como la de González, así como la de Burucúa, “La variedad de lenguas, culturas y multitudes como instrumento paradojal de la unidad humana en los conflictos religiosos del siglo XVI”, están estructurados en torno a algunas obras que sirven de base a sus respectivos trabajos. José Emilio Burucúa toma como eje en su análisis dos obras que ofrecen una visión muy significativa de los fenómenos de inclusión/ exclusión social: la Biblia de Ferrara, publicada en esa ciudad italiana en 1553, pensada como una pieza clave del programa de rehabilitación del judaísmo por parte de los marranos españoles en Italia, y la Peshitta, publicada en París en 1584 por Guy Le Fèvre de la Boderie, una traducción que acerca a los lectores familiarizados con lengua aramea y hebrea, y realizada como parte de un programa de inclusión del pueblo judío. Su propuesta gira en torno a pensar sobre cómo los libros, especialmente a partir de la imprenta, si bien no produjeron revoluciones, influyeron en decisiones políticas, económicas y sociales.
Política, Cultura, Religión… es un libro donde convergen una serie de investigaciones que, con diferentes formas de abordaje, sobre espacios distantes que van desde Europa hasta América, y con una amplitud temporal que se extiende desde la Edad Media hasta la formación de los Estados Nacionales, constituyen una invitación a reflexionar sobre diferentes problemáticas.

Evangelina de los Ríos (UNR)

Inclusión - Exclusión

CARZOLIO, María Inés (coord.): Inclusión/exclusión. Las dos caras de la sociedad del Antiguo Régimen. Rosario-Argentina, Prohistoria. 2003.
Compuesto por ocho capítulos, a través de lo cuales sus respectivos autores se dedicaron a interrogar los avatares de la inclusión y la exclusión en la Europa del Antiguo Régimen, el libro coordinado por María Inés Carzolio -con prólogo de Bernard Vincent- se caracterizaría por apelar a una pluralidad de opciones temáticas y de enfoques teórico-metodológicos, por un lado, y por abordar un aspecto de la historia europea a la luz de unos interrogantes formulados en un contexto extra-europeo, por el otro. En efecto, ambas características permitirían comprender el carácter caleidoscópico de la obra en cuestión así como el espíritu de la apuesta historiográfica que sus páginas atesoran, es decir, el singular desafío de escribir la historia de Europa desde la Argentina.
Puede decirse que el factor común que acrisola a las investigaciones aquí reseñadas es el supuesto teórico relativo al carácter transaccional e inestable de las relaciones de poder. Un fértil punto de partida, que le permite a los autores poner de relieve la heterogeneidad así como la ubicuidad de unos conflictos en los cuales confluyen tanto unos componentes político-culturales como otros económico-sociales. De allí que el tratamiento de la cuestión pueda progresar a través de las páginas de este libro más allá de la multiplicidad de actores, instituciones, territorios, ideas y prácticas en torno de los cuales los autores configuraron sus argumentos.
Ahora bien, más allá de aquel innegable umbral compartido, la lectura detenida de cada uno de los trabajos reunidos permite descubrir no sólo la singular intensidad de cada uno de los casos abordados, sino también la amplia gama de recursos analíticos e historiográficos a la cual echaron mano sus autores. De cualquier manera, mientras un primer grupo de trabajos se dedicaría a historiar ideas y representaciones, un segundo se volcaría a escrutar las prácticas que, al igual que aquellas, buscaron fraguar un orden estable que fuera capaz de administrar y superar los desafíos que emanaban de la diferencia, sea esta religiosa, racial, social, económica o política.
En el primer grupo se ubicarían los trabajos de Enriqueta Bezián de Busquets, Judith Casali de Babot y Guillermo Salvatierra, Diana Bianchi, Lourdes Peruchena, Elisa Caselli y Raquel Nieman, dedicados de manera respectiva a estudiar “La Minoría hugonote en Francia: orden y conflicto”, “El problema del racismo en el siglo XVIII. Una cuestión de poder y de exclusión”, “En una mano la vara y en la otra el pan”. Mendicidad y vagancia en la visión ilustrada de la España el siglo XVIII”, “Los gozos y las sombras. Prostitución y prostitutas en el discurso de los ilustrados españoles”, “La controversia judeocristiana y la reelaboración permanente de la imagen del otro. Castilla, siglos VI-XV” y “La minoría judía en Alemania: una visión a través de la Deutsche Encyclopädie”. Mientras que en el segundo grupo se hallarían los trabajos de María Luz González y María Inés Carzolio, “Camarillas cortesanas, exorcismos y destierros. Caminos para la exclusión política a fines del siglo XVIII” y “...Porque todo vivamos en paz e cocncordia e ordenadamente e en regimiento los buenos usos e costumbres antiguas...Orden y conflictividad en la Cantabria de los siglos XVI a XVIII”.
En este sentido, los trabajos del primer grupo rastrean el cúmulo de ideas y representaciones que fueron creadas en torno de grupos específicos: “hugonotes”, “esclavos negros”, “vagos” y “mendigos”, “prostitutas” y “judíos”, tanto “castellanos” como “alemanes”. Inscriptas en una amplia gama de textos de la época, leyes, canciones populares, reglamentos, periódicos, informes etnográficos, obras literarias, memorias, relatos de viajes, escritos teológicos, diccionarios y enciclopedias, etc. dichas ideas poseerían un valor normativo pues, al identificar y definir los contornos de unos actores configuraban al mismo tiempo los de unos problemas. Pues, ¿cómo conciliar las tensiones provenientes de la inclusión de unos “súbditos” hugonotes en el seno de un Estado de confesión católica, de unos “vagos” cuya marginalidad atentaba contra la “utilidad” de la sociedad, de unas “prostitutas” que impugnaban la división de los roles y espacios destinados por los hombres para las mujeres?. De hecho, si aquellas ideas articulaban argumentos sobre unos grupos, las representaciones que le subyacerían los dotarían de vida, es decir, los tornarían en sujetos tangibles y reconocibles para el conjunto de la sociedad y de los poderes que la regían. Es decir, los transformaban en unos “traidores”, unos “sang-mêles”, unos “vagabundos”, unas “putas” o bien en una “nación judía”. De allí que los trabajos en cuestión dejen al descubierto un tipo de economía cognitiva en la cual, dichas ideas y opiniones, si bien sintetizaban una cuestión, también le otorgaban una entidad social y política. Pues, por medio de aquella se creaban los cauces para regir y fundamentar el comercio negrero, para identificar a los judíos castellanos, o bien para “integrar” a la vez que disolver las singularidades culturales de los judíos alemanes.
Por su parte, los trabajos del segundo grupo se adentran en el terreno de las prácticas políticas. El estudio de casos le permite a sus autoras reconstruir algunos de los contextos institucionales y de los comportamientos políticos que se desarrollaron en el seno del entramado conformado por la Monarquía Hispana. De hecho, ambos trabajos arribarían a definir los contornos de por lo menos dos lógicas políticas, esto es, las referidas a las estrategias desplegadas por la alta nobleza cortesana, por un lado, y a los saberes jurídicos y costumbres esgrimidas por los miembros de la oligarquía concejil y las gentes del común, por el otro. De allí que la corte y la aldea se transformen en unas magnitudes acotadas en las que resulta posible identificar los pormenores, las tácticas y los recursos usados por los grupos y los individuos involucrados en la obtención de “distinciones” como en la concreción de la “paz pública” o en la defensa de “los recursos y aprovechamientos colectivos”. Por ello, en la apelación al “destierro” de los Grandes, a la “ley de Dios”, a las “ordenanzas”, a las “cencerradas” y a la “murmuración”, etc. que sendos trabajos identifican sería posible observar tanto los componentes como el despliegue de una cultura política que, tras la consecución del orden, habría definido las fronteras de la inclusión y el status de sus actores. Un objetivo que más allá de haber sido fraguado por medio por la retórica de las ideas o de las prácticas se inscribiría como uno de los vectores fundamentales para comprender el devenir histórico de la Europa de la primera Modernidad, tal como lo pone de manifiesto la sugerente indagación sostenida por cada uno de los trabajos reseñados.
Marcelo Fabián Figueroa (UNT)

Conquista y colonización hispánica


BARRIERA, Darío G. Conquista y colonización hispánica. Santa Fe la Vieja (1573-1660), Nueva Historia de Santa Fe, Tomo 2, Editorial del Diario La Capital, Rosario, 2006, 216 pp.

Este segundo volumen de la Nueva Historia de Santa Fe examina la invasión, ocupación y conquista del territorio rioplatense por los europeos. En el mismo, abordando los procesos desde la Historia Social, el autor propone analizar las relaciones entre equipamiento del territorio, espacio, economía y política. El tomo se halla dividido en ocho capítulos, en los que se analizan los años que van desde 1573, fecha de fundación de la ciudad, hasta 1660, momento de su trasmuta hacia un nuevo sitio. Debemos considerar que esta es una obra de divulgación que no está pensada ni escrita para un público especializado, sin embargo mantiene el rigor necesario en el análisis de los problemas tratados.
En el primer capítulo, “Exploración y conquista del territorio del Río de la Plata”, el autor estudia, a través de los relatos de los cronistas, de qué manera se realizó la exploración del territorio, cuyo objetivo principal era el descubrimiento del paisaje y el relevamiento de datos necesarios para su posterior organización; organización realizada desde la concepción que los propios conquistadores tenían del espacio y donde aparecía como cuestión fundamental a resolver la falta de ciudades.
Considerando que la ciudad constituía, en la Europa medieval, el eje a partir del cual se organizaba el espacio, el capítulo dos, “La conquista del litoral”, se centra en examinar el proceso de creación de ciudades americanas, a la llegada de los conquistadores, como piezas claves en la organización territorial y espacial. El acto de fundación de una ciudad iba acompañado por la elección de los lugares donde debían establecerse los símbolos del poder Monárquico, esto es el rollo de la justicia, el Cabildo y la Iglesia; además del repartimiento de tierras entre sus fundadores.
En el capítulo tres, “La fundación de la ciudad: ritos, recursos, poderes y jerarquías”, ofrece una lectura de la fundación de la ciudad de Santa Fe en función de la búsqueda de caminos alternativos desde Asunción hacia el Perú. Ante la falta de pueblos y ciudades. Barriera analiza los ritos fundacionales en clave política: instalación del rollo de la justicia, nombramiento de autoridades, distribución de la tierra son los ceremoniales donde los participantes y el escenario se otorgaban cualidades entre sí. Los soldados recibían el título de vecinos, con los privilegios y obligaciones que conllevaba. Para el caso de Santa Fe, el grupo fundador estuvo constituido por hombres nacidos en el territorio americano, a los que la élite dominante de Asunción envió a la búsqueda de nuevas vías de salida al Atlántico, expulsándolos por haber protagonizado revueltas contra el orden en aquella ciudad.
En el capítulo cuatro llamado “El suelo, el lugar, su gente”, el autor aborda las características que poseía el suelo de las ciudades del Río de la Plata (Buenos Aires, Corrientes y Santa Fe) a la llegada de los conquistadores y cómo, frente a la falta de minerales, estos lo percibieron siempre como muy pobre. Se detiene además en el análisis en la notoria relevancia que adquirieron, en este espacio, la presencia de los ríos y destaca, mediante el estudio de los padrones que se realizaron en la ciudad, la composición de la población que vivía en Santa Fe en este período.
En “Una sede periférica de la Monarquía Hispánica”, el capítulo cinco, se abre el análisis a partir de considerar que la ciudad adquiría sentido como parte de la Monarquía, una monarquía católica concebida como un cuerpo formado de partes que debían regirse por sus mismos principios. El autor se dedica a examinar cómo estaba integrado el Cabildo, órgano de gobierno que se instituía, en el mismo momento de la fundación de la ciudad y se designaban a los hombres encargados de sus funciones. Su composición se fue complejizando a medida que lo hizo la ciudad. Así a los Alcaldes y Regidores pronto se les sumaron escribanos, Tenientes de gobernador, Alférez Real, Fieles Ejecutores, Alcaldes de la Hermandad, entre otros oficios y fue variando al mismo tiempo, la forma de acceder a los mismos. En la ciudad junto con el gobierno aparece indisociable la administración de justicia.
Para Barriera, la administración de la justicia no recaía en un polo único, sino que en una Monarquía policéntrica el derecho era producido desde muchos centros, por lo que la potestad de los cargos que poseían ciertas personas se superponían.
En “Asuntos del común: la agricultura, el pan, el vino, los precios y el comercio”, nombre que recibe el capítulo seis de este tomo, se estudia el rol que tenía el Cabildo como sede del gobierno local y arena donde se dirimían los asuntos del común. Era en su recinto que se generaban disputas que giraban principalmente en torno a la vida de la ciudad y el bienestar de sus habitantes. El Cabildo fue el lugar donde los vecinos, únicos residentes de la ciudad que podían participar políticamente de él, discutían sobre cómo se debía domesticar el territorio y tomaban decisiones sobre la distribución de los recursos de la ciudad, los precios de estos y su comercialización; esto es la producción y la reproducción de los mismos.
En el capítulo siete “Las cuatro patas de la economía”, Barriera propone analizar, considerando las actividades productivas que se realizaban en la ciudad y de los recursos con los que contaban, cuáles fueron las riquezas de Santa Fe. Partiendo de considerar que para que la economía funcionase las cuatro patas en las que ésta se apoyaba, a saber la vid, el trigo, el ganado y el comercio, debían estar bien aceitadas. Los productos más importantes de la ciudad, junto con la carne, eran la vid y el trigo, por lo que correspondía al Cabildo vigilar que estos no escasearan. La dieta de la población dependía de ellos. El Cabildo tenía a su cargo el remate de las carnicerías, las pulperías y el control de los precios del vino y del abasto, al tiempo que debía determinar a quién pertenecía el ganado, hecho que generó no pocos conflictos; otorgaba también las licencias para vaquear y establecía el precio del ganado, que incluso se convirtió en moneda de la ciudad. El ganado aparece como un producto de comercialización más allá de la ciudad.
El último capítulo titulado “Los problemas de una pequeña urbe”, el autor lo dedica a retomar algunos de los problemas que se vivieron en la ciudad, una ciudad que se sintió constantemente amenazada, debido a que se hallaba rodeada de asentamientos indígenas que le imprimieron a la vida de sus habitantes un halo de constante inseguridad. Estos indígenas fueron vistos por los pobladores de Santa Fe como infieles a los que era necesario pacificar y convertir. Desde la ciudad, los habitantes de Santa Fe intentaron, por un lado, disciplinar también al medio, que al ingreso de los conquistadores sufrió modificaciones, pero también conocerlo como forma de prevenir cualquier desastre.
El libro cierra con el análisis sobre la trasmuta de la ciudad, el autor sostiene que los distintos peligros en el modo de vivir fueron los que llevaron a planear el traslado de la ciudad a un nuevo sitio, una medida que tardó diez años en concretarse, en 1660.
El tomo cumple con su objetivo fundamental ya que el abordaje que hace de los procesos es más que claro, sobre todo si consideramos que la obra está dirigida a un lector no especializado. La presentación de los problemas es sumamente correcto, su lectura constituye una invitación a la reflexión sobre estos y suscita la formulación de preguntas, muchas de la cuales se buscara dar respuesta en el próximo volumen.
Evangelina De los Rios (UNR)

Del Ocio a la Fábrica


ROLDÁN, Diego P. Del ocio a la fábrica. Sociedad, espacio y cultura en barrio Saladillo. Rosario 1870-1940, Prohistoria Ediciones, Rosario, 2005, 283 pp., 35 ilust. ISBN 987-20884-7-0.
En El Libro de Arena, Jorge Luis Borges manifiesta, que cierto volumen abriga la virtud de poseer un infinito número de páginas, como consecuencia, el lector nunca podría recorrer el libro sin caer en la extraña sensación caleidoscópica de aleatoriedad.
El libro de Diego P. Roldán Del ocio a la fábrica…, puede asemejarse al libro de arena, magistralmente narrado por Borges. La prosa de esta tesis de licenciatura, devenida en formato libro, permite al lector sumergirse en una narración múltiple, fruto de una revisión y cuidado formal constante.
El tema medular son los procesos de configuración y reconfiguración espacial del Barrio Saladillo, ubicado en el sur rosarino, que se extiende desde fines del siglo XIX a mediados del siglo XX. La configuración espacial es pensada como el resultado de las relaciones e interacciones sociales. El objetivo del trabajo es analizar la transmutación del barrio, que de un sitio de exaltación y regodeo de las elites rosarinas se transforma en una espacio obrero, caracterizado por los fijos y flujos de la producción de elementos cárnicos.
Analizar un espacio de cualquier ciudad implica, al menos para el autor, un constante merodeo por sus calles, que invitan a perderse a través de caminos sinuosos cual viajero, intentando asir, a través de la materialidad violentamente presentada por la trama urbana, las representaciones que los agentes elaboraron a partir de la experiencia del espacio. Este trabajo, no implica devolverle la voz a quienes se perdieron en la oscuridad del tiempo, antes bien ensaya una aproximación crítica a las mutaciones que conlleva la formación de un espacio, confiriendo relevancia a los indicios que conducen el análisis hacia temas y espacios más generales. Este ejercicio establece la imposibilidad de concebir a la ciudad como un objeto preexistente, capaz de engendrar su documentación, a consecuencia de su coincidencia con la juridiscción política. En las páginas de Del ocio a la fábrica…¸ la caracterización de la ciudad se diferencia de su soporte material, complejizada tanto por las relaciones sociales y culturales desenvueltas por las tensiones políticas manifiestas o no, abordando problemas generales desde elementos periféricos, desatendidos tanto por la historia local tradicional como por la historia académica.
El libro esta estructurado en cinco capítulos, concebidos desde disímiles perspectivas, aunque tendientes a sustentar las ideas anteriormente señaladas con respecto a la configuración espacial.
A partir de un viaje hacia las moradas sepulcrales de dos inmigrantes gallegos llegados a nuestro país a mediados del siglo XIX, sitas en el cementerio “El Salvador”, Roldán contempla los procesos de inmigración que se sucedieron entre fines de los siglos XVIII y XIX y la manera en que esta situación redimensionó la posición de la Argentina como elemento periférico en la realidad capitalista mundial. Teniendo en cuenta los recorridos de José y Manuel Arijón, el autor analiza sus trayectorias en la sociedad rosarina, como carreras abiertas al talento. En esos itinerarios revistieron significativa importancia los lazos soldados con familias de alcurnia para la prosecución de sus ambiciones económicas. El accionar de los Arijón tuvo como corolario la adquisición de terrenos de una lonja al sur de la ciudad de Rosario y los primeros atisbos de urbanización de ese área.
De manera compleja y diferenciada respecto a la narración de los capítulos anteriores, rayana en la novela, en el tercer capítulo, Roldán esboza los puntos más relevantes de la primera urbanización que envolvieron a la Aldea “El Saladillo”. El primer equipamiento urbano es fruto de la revalorización naturalista del espacio, bañado por las bondades de las aguas del arroyo Saladillo. En este tramo del trabajo, se presta particular atención al accionar de la joven municipalidad de Rosario y la élite, en torno a la ubicación de los sectores populares y los proyectos para el solaz de los grupos acomodados.
En la explicación ofrecida se intersectan las expectativas detentadas por la élite rosarina de mercantilizar el ocio, la despiadada especulación inmobiliaria sobre los terrenos del sur, descrita al modo de una aventura burguesa zoliana, y los argumentos esgrimidos alrededor de los beneficios de un espacio de distinción, definido como paraíso terrenal.
Las instancias de urbanización, equipamiento y poblamiento son contempladas a fin de evidenciar las intencionalidades políticas latentes, manifiestas en la estructuración de las manzanas, el tendido de los servicios públicos y la construcción de viviendas.
La descripción detallada de estos procesos, es matizada por la narración, de algunas prácticas llevadas acabo por los grupos sociales asentados en el barrio. Aquí, el autor, apunta algunas características de los usos sociales del tiempo libre de las elites, íntimamente ligados a las tentativas de distinción y diferenciación social. Despliega en su relato, la lógica de deportes como el tiro a la paloma y de las propiedades atribuidas a los baños en el arroyo, resaltando su carácter exclusivo. Aquí, es evidente, el constante juego que el autor emprende con las experiencias europeas, precisamente de la aristocracia y la burguesía decimonónica, afanándose en demostrar de qué manera los grupos ricos e “híbridos” del entramado social rosarino, reforzaban su abolengo a partir del despliegue de ciertas prácticas, provenientes de las costumbres europeas.
Finalmente, Diego Roldán rastrea los procesos que transforman al barrio destinado al ocio de las elites en un barrio obrero. Entonces, explica cómo desde finales del siglo XIX se hacen patentes las necesidades de un balneario destinado al disfrute de los sectores populares, y de qué modo, dichas expectativas captadas por el municipio mellan la distinción social que ofrecían los baños del sur, imaginando paulatinamente al espacio estudiado bajo otra luz y dotándolo, en definitiva, de otro carácter. Asimismo repara, por un lado, en la importancia que las elites adjudicaban a las fiestas de carnaval, en las que desplegaban todo su fasto y, por otro, los cambios que los sectores populares operaron sobre estas manifestaciones festivas, invirtiendo el orden y mofándose de los elementos identitarios de los grupos acomodados, trocando, así, las ansias disciplinarias en revuelo.
En un primer momento, el libro delinea cuáles fueron los mecanismos que tanto las elites locales como el ente municipal desplegaron a fines de esbozar las características que este sector del sur rosarino detentaría en relación con la instalación del frigorífico estadounidense.
La localización de los mataderos, el mercado de haciendas y las industrias de producción cárnicas (Frigorífico Swift) representaban una muestra de lo indecente, pueril e indigno, cuyo destino debían ser los confines del territorio municipal, en las orillas donde la carroña se confunde con la humanidad. Asimismo, los reclamos para segregar las “actividades insalubres” provenían de los médicos higienistas, quienes bregaban por alejar establecimientos que arrojaban gran cantidad de efluvios malsanos hacia lugares donde la población “digna”, asentada en los núcleos centrales, no se contaminara. Las propuestas de reinstalación de los mataderos aludían, invariablemente, a los terrenos del sur.
Al calor de estas intenciones medraban otras, tendientes a la construcción de un mercado de haciendas alternativo al porteño, sobre el oeste de Saladillo. Estas decisiones borrarían de un plumazo los idilios atribuidos al espacio solariego.
Respecto a estas tensiones, Roldán, expone los argumentos contrapuestos del sector comercial y del gobierno municipal, atravesado por los intereses de distintos agentes operando ubicados en su interior, situación que es visualizada en los conflictos en torno a la construcción de viviendas destinadas a los trabajadores, en “Barrio Mataderos”.
Finalmente en este mar de intereses contrapuestos emerge la importancia de la inversión de capital extranjero para la instalación de los frigoríficos, cuya ubicación al sur denota el frío cálculo racional que sostenía sus objetivos, encarnada esta situación, en la menor carga impositiva que regía para estas actividades en la vecina Villa Gobernador Gálvez.
La nueva configuración del barrio estuvo ligada a los remates de terrenos y la instalación de viviendas populares, que otorgaban al lugar un carácter fijo, coincidente con la desmoralizante y alienante rutina de las fábricas.
Es interesante vislumbrar en el trabajo, cuáles son las características que configurarán la identidad de las masas obreras en un periodo posterior. No obstante, sobre el final del trabajo puede experimentarse cierto sabor amargo, al no hallarse precisiones concernientes a los comportamientos de esta heterogénea masa de trabajadores de la industria. Poco espacio se dedica al análisis de la cultura popular de los obreros, más allá de los límites establecidos por las reivindicaciones salariales y las condiciones de trabajo. Sin embargo, puede leerse entre líneas, la posibilidad de avanzar en futuros trabajos en esa dirección. A partir de esta incidental insatisfacción, la explicación que el titulo de la obra promete, quedaría parcialmente trunca, puesto que la cultura de los grupos olvidados por la élite se perdería, también, en el análisis histórico.
Más allá de esta observación, el trabajo denota una narrativa estéticamente seductora que establece una estimulante relación entre los hombres y el paisaje, atributo de la literatura, como dice Carlo Ginzburg; así como el invalorable aporte implícito en un estudio construido a partir de una documentación exhaustiva, capaz de alentar futuros abordajes sobre el periodo y el núcleo de problemas tratados. Lejos de ofrecer un mero análisis acerca de la conformación de un barrio al sur rosarino, este trabajo obsequia la posibilidad de pensar tanto las identidades forjadas alrededor de ciertas prácticas, como las tensiones políticas, económicas y culturales que las atraviesan.
Parafraseando nuevamente a Borges, la realidad no tiene la obligación de ser interesante, pero las hipótesis no pueden sustraerse de ese atractivo. Del ocio a la fábrica, alcanza, en ocasiones, esta ineludible, aunque siempre ardua, premisa.
Cecilia M. Pascual
(UNR)

A las puertas del Hogar

DALLA CORTE, Gabriela – PIACENZA, Paola A las puertas del Hogar. Madres, niños y Damas de caridad en el Hogar del Huérfano de Rosario (1870-1920), Prohistoria Ediciones, Rosario, 2006, 128 pp. ISBN 987-13040-7-7.
Reseñar un libro como este conlleva el doble placer de comunicar, por un lado, su enorme y novedoso aporte documental y, por otro, la gran sensibilidad que infunde desde el momento mismo en que uno lo tiene entre sus manos, a partir de la belleza estética en la que afirma su contenido. Sin embargo, no creamos falsamente que el análisis se limita a relatarnos una historia sentimental de desencuentros, sino que superando con creces esa perspectiva, radica su principal aporte en la escasamente reconocida actividad femenina en el ámbito público, en el cual un grupo de mujeres de sectores pudientes de la sociedad rosarina, se hizo cargo de dar respuesta a otro grupo de mujeres desesperadas de pobreza frente a la indiferencia estatal hacia sus dificultades.
Este libro, escrito por dos reconocidas mujeres provenientes de disciplinas diferentes, la historia y la literatura, resulta ser mucho más que un libro de historia que da cuenta del papel jugado por una institución rosarina entre fines del siglo XIX y principios del XX, como fue el Hospicio de Huérfanos y Expósitos, hoy Hogar del Huérfano. En esta propuesta se encuentra integrada de manera cautivante, una rigurosidad metodológica, en lo que al tratamiento de fuentes se refiere, una recuperación bibliográfica actualizada (principalmente en lo referido al tema de la inmigración y estudios de género), y un ingrediente tenido pocas veces en cuenta a la hora de los análisis históricos, como es aquella mirada sensible y afectiva con que las autoras valoran los documentos analizados.
Adoptando un enfoque claramente interdisciplinario, a caballo entre la historia y los textos, el libro, del que han aparecido algunos avances en ciertas revistas, constituye un admirable ejemplo de perspectivas complementarias que enriquecen el objeto estudiado. En este caso, encontramos a la historia reconstruyendo testimonios que, al ser escritos, involucran directamente una mirada literaria e incluso gramatical en el análisis de dichos textos.
Otro reconocimiento que debe hacerse a las autoras radica en la capacidad de ubicar esta historia –más privada, íntima y casi silenciosa– dentro del contexto nacional y local de la época, recuperando elementos económicos, sociales y culturales que permiten una sólida comprensión de las actitudes y decisiones de madres, hermanas y Damas de Caridad.

Varias son las historias relatadas en el libro; principalmente es la historia de dos protagonistas-víctimas: madres desesperadas e hijos abandonados, de vínculos perdidos y lazos rotos entre ambos, en suma como lo llaman las autoras, de identidades “en espera”. Es, a la vez, una historia de la solidaridad femenina, de mujeres que daban apoyo a otras mujeres, que se tejió alrededor del hogar donde se “conjugó una variopinta realidad femenina formada por mujeres inmigrantes, mujeres pobres de Rosario, mujeres de elite, nodrizas contratadas que habían perdido a sus propios hijos, religiosas…”. Considero, por último, que es la historia de un acto público, la recepción y cuidado de los niños abandonados a cargo de las Damas de Caridad, ligado directamente a aquella versión más privada que se desconoce en la mayoría de los casos, pero que ha estado con seguridad signada por la pobreza y el desamparo de las madres que tomaron la decisión de entregar a sus hijos, temporal o definitivamente. Todo lo anterior enmarcado en la historia más general de aquel contexto inmigratorio para el cual el Estado carecía de respuestas suficientes.

Si bien, el libro está organizado en diferentes apartados, opto por desplegarlo en razón de quienes se erigen como los cuatro protagonistas de esta historia: madres, niños, Damas de Caridad y las “señales”, incluyendo a estas últimas en dicho protagonismo en tanto instrumentos que intersectaron un entramado de relaciones y problemáticas en las que se involucraron los tres primeros.

Comencemos por la punta del hilo que recorre esta historia, las madres. La pregunta que surge inmediatamente al ocuparnos de las madres, es indudablemente el por qué del abandono. A esta interrogante, las autoras responden de manera contundente y acertada, con respuestas nada sencillas, desde lo humano, pero realistas: muerte, pobreza y desamparo se reunieron en las escenas del abandono. Las madres que entregaron a sus hijos, sin duda, lo hicieron para “salvarlos” de la miseria a la que seguramente estaban destinados manteniéndolos a su lado. Las historias de las madres son la de una indigencia múltiple: económica, cultural y afectiva, que se sumaba a la carencia de una red social contenedora, sobre todo por su carácter mayoritario de inmigrantes fundamentalmente italianas y españolas (lo que se revela en la elección de símbolos nacionales o de cartas en idioma italiano, dejadas como señales).
En este sentido, resulta difícil cualquier intento de juzgar a estas madres, si se tiene en cuenta la reconstrucción realizada por las autoras, a partir de las situaciones concretas de cada caso, desde las cartas y notas dejadas. La decisión del abandono, vista desde afuera, como negativa, parece haber sido la mejor opción para salvar a un hijo de la muerte o la pobreza extrema, y consistió en un desprenderse de ellos para librarlos de la misma suerte corrida por su progenitora. El abandono se revela aquí como un gesto de amor generoso, antes que como pecado o indiferencia filial, comenzando con de la voluntad materna de preservar el vínculo filial a través de las señales, donde por ejemplo eligen el nombre del niño/a, y piden sea bautizado/a en caso de no estarlo aún, lo que constituyó una mínima decisión ante la imposibilidad de poder tomar otro camino que no sea la entrega.

El destino de estos niños nacidos “bajo el signo de la fatal desgracia”, se resumía en la muerte, la adopción, la salida propia, o la recuperación por parte de su familia. Con esta última, se cerraba un ciclo comenzado con el abandono. La adopción, en cambio, era la respuesta a un abandono sin “señal” o con la explícita voluntad materna de desprenderse definitivamente de la criatura. La vida de los niños fue seguida de manera completa, por las Damas, hasta que salían del asilo, lo que permite reconstruirse mediante los registros de ingresos y egresos de niños del Hogar.
Las piezas familiares con las que contaban los niños consistían precisamente en esas “señales” dejadas por sus madres, padres o algún otro familiar, que las autoras trazan como “documentos de identidad”. Esos fragmentos tan reveladores les permitía descifrar, tal vez, el por qué de su estadía en el Hogar, del nombre que llevaban, el nombre de su madre, si serían recuperados o no por su familia, en suma, reconstruir un pedacito de su historia familiar, de su identidad, a través de esos indicios que, evidentemente, estaban ahí para designar algo ausente. Mientras tanto, llevarían el apellido “de Paul”, adoptado por las Damas para los huérfanos, y ellas serían quienes cuidarían de ellos, con la colaboración de las amas de leche y las Hermanas del Huerto.

Respecto a las Damas de Caridad, la historia construye la trama institucional del Hogar, desde sus orígenes, a través de los libros copiadores de cartas que registraron las reuniones y decisiones tomadas a lo largo del tiempo. La opción por los niños y niñas abandonados constituyó desde un principio la preocupación fundamental de las Damas, y desde la certeza sobre la necesidad de “socorro del desvalido y la educación del huérfano” asumieron funciones públicas, que tal vez debieran haber preocupado primero al poder estatal. En esta tarea emprendida no han estado solas, sino que han construido redes de apoyo con otras instituciones como iglesias o consulados, así como con particulares pudientes que colaboraron con donaciones para la institución, con médicos que prestaban su desinteresada ayuda, las mas de leche que criaban a los niños, consejeros varones de la sociedad rosarina, además de contar con la protección divina de los santos a los que encomendaron a los niños.
Enfrentando enfermedades y epidemias, sobrepasadas a veces por el número de huérfanos recibidos, y con la ausencia de apoyo constante de parte del Estado, las Damas junto a las Hermanas del Huerto mantuvieron intacto su generoso objetivo de ir “tras el vagido y el lamento llevados por la piedad, a salvar una existencia y endulzar una agonía”.

Reconstruir la historia que vivieron estos protagonistas es posible gracias a la preservación de esas “señales”, y el libro intenta justamente demostrar “que la señal articuló la decisión del abandono por parte de los familiares, la recepción de los bebés por parte de las religiosas, y la política de la entrega en adopción que tomaron las Damas de Caridad”. Debe rescatarse además el valor de las imágenes que se incluyen en el libro y que enriquecen enormemente el análisis interpretativo, haciendo más tangible y sensible, la realidad reconstruida, acercando la “cocina” del historiador al público más general. Sin duda, no puede desconocerse la invalorable labor institucional en la conservación de este archivo que se ha mantenido resguardado en cajas metálicas de galletitas Bagley.
Entender cabalmente a estas “señales” implica considerarlas en primer lugar, y de manera amplia, en su significado jurídico, cultural, religioso y social; en segundo lugar como un código de confianza establecido entre las Damas y las madres; en tercer lugar, y en el caso de las señales duplicadas, como símbolos de la recuperación y el reencuentro entre el niño y su familia; en cuarto y último lugar, como indicios de la nacionalidad de los padres del bebé, de la situación social o económica de la madre, de la intención de recuperación o no, de la fecha de nacimiento o de bautismo del niño. Sin olvidar, y como explican ajustadamente las autoras, las diferentes motivaciones a la hora de escoger una señal, que podían ser: tarjetas de parteras, cartones, trapos, cintas, fotografías, estampitas, medallas, alhajas y las cartas.

Ha sido fundamental la iniciativa de las autoras a la hora de valorar la recuperación de este archivo para contar, la historia del Hogar, de las madres que en él confiaron la suerte de sus hijos, de esos niños abandonados en manos de las Hermanas, de las Damas que se hicieron cargo de su alimentación y educación, y detrás de lo anterior, relatando una cara de la inmigración en Argentina poco conocida.
La iniciativa, además de rescatar la importancia social y afectiva de esta institución, constituye un estímulo para estudios análogos referentes a otras instituciones de la ciudad que han desempeñado servicios sociales de trascendencia similar, en la medida en que transmite opciones metodológicas novedosas para el caso de estudiantes, sumada a su amplia llegada a la sociedad rosarina interesada en un pasado poco recorrido históricamente, que enriquece la historia de la ciudad.

Carolina Piazzi
(UNR-CONICET)

viernes, 7 de marzo de 2008

Los libros de los que hacen historia: prohistoria ediciones

Los libros de los que hacen historia: prohistoria ediciones

Más allá del territorio


Más allá del territorio. La historia regional y local como problema. Discusiones, balances y proyecciones, compilado por Sandra R. Fernández - 16 x 23 cm, 180 pp., Rosario, 2007 - ISBN 987-22462-0-3
Ir “más allá del territorio” implica entender lo regional/local relacionándolo con las experiencias, actores, identidades y prácticas en un espacio y tiempo determinados. Por ello, este libro es una visión superadora e integradora. Superadora, porque redefine –de acuerdo con estudios geográficos de la década de 1970- lo regional/local como una construcción social, que se rediseña y actualiza a partir de las múltiples relaciones que tejen los diversos sujetos sociales en cada región. Es integradora, porque menciona y discute cuestiones metodológicas y teóricas, y propone nuevas miradas en los diversos artículos que componen la obra.
Inauguran el recorrido, Anaclet Pons y Justo Serna ofreciendo una periodización acerca de la emergencia conceptual de lo local y sus diversos abordajes desde la historia para, luego, problematizar los conceptos tradicionales de lo local y sus fronteras analíticas. Finalmente, proponen a la historia local como una red compleja, de este modo se aproximaría a la perspectiva microanalítica, “con el fin de revelar la densa red de relaciones que configuran la acción humana”, sobre la base de la “reconstrucción minuciosa del espacio local”.
Sandra Fernández continúa la perspectiva teórico- metodológica para referirse y discutir la producción historiográfica argentina, abundante en los últimos años pero “dispersa” y eclipsada por la “sombra de los análisis establecidos desde un lábil marco “nacional”. Argumento que reaparece en otros capítulos. Da cuenta, a su vez, de los enfoques dominantes –concepciones sobre identidad, el estado Nación, el territorio- que fueron un obstáculo para nuevas búsquedas y para iniciar estudios comparativos. Por el contrario, la autora propone repensar la identidad desde la ciudad, lo local y lo regional en cuanto configuraciones sociales y explorando las prácticas sociales.
Las cuestiones teórico-metodológicas detectadas se actualizan e impregnan los capítulos siguientes y esto constituye el enlace entre objetos diversos. Así, en cada capítulo se despliegan las preocupaciones, críticas y necesidades advertidas por los autores para el estudio de lo regional/ local.
Susana Bandieri comenta el devenir de los estudios regionales para el caso de la Patagonia; Andrea Reguera lo hace para Tandil. El balance historiográfico de Bandieri muestra –a través de un programa de investigación de la Universidad del Comahue que contó, luego, con el aporte de la Universidad de la Frontera, Temuco- la ruptura con los enfoques encerrados en los límites político-administrativos del Estado-nación. Se focaliza el estudio en las relaciones socioeconómicas comerciales entre el sur chileno y argentino y la continuidad espacio temporal de las relaciones fronterizas. Estos aportes sirvieron, después, para analizar a los sujetos sociales involucrados en la producción ganadera. Las conclusiones fueron muy distintas a las comúnmente generalizadas para la Patagonia.
En tanto, el acercamiento a lo local/rural aparece en el texto de Reguera a través de tres miradas: los viajeros y cronistas locales, las cuales son fuente sustancial para la visión de las posteriores investigaciones históricas –desarrolladas en la Universidad del Centro (Buenos Aires)-. El trabajo de la autora nos permite verificar cómo se interrelacionan los individuos entre sí en torno a un espacio local determinado.
De lo rural nos trasladamos, en los dos capítulos siguientes, a lo urbano. Darío Barriera se refiere al libro de González Lebrero, La pequeña aldea. Sociedad y economía en Buenos Aires (1580- 1640), y nos plantea un interesante diálogo con esta obra cuestionando algunos conceptos centrales para el análisis de los fenómenos espaciales y la ausencia de un análisis de los vínculos entre Buenos Aires y otros espacios cercanos. Pero, también, para destacar sus logros, especialmente, en el abordaje de aspectos en cierto modo olvidados por la “historiografía nacional”.
Diego Roldán realiza un balance acerca de los diversos enfoques con que las disciplinas sociales han abordado lo urbano y la ciudad: el abandono de la ciudad como escenario de política y de la cultura, consumado desde el urbanismo –o planificación estratégica urbana-; y la sociología, y su recuperación, en 1970, a través de la literatura. Los años 1980 y 1990 son señalados como el momento de acercamiento de los estudios culturales a lo urbano pero localizándose en el Estado y los sectores hegemónicos. De este modo, el autor articula hábilmente textos e investigaciones paradigmáticas para dar cuanta de los vaivenes en los ejes de estudio y concluye en la incapacidad de las ciencias sociales para “pensar la ciudad en paralelo al cambio” y en la necesidad de examinar las variables de espacio y tiempo.
Quizá como respuesta a las ausencias detectadas por Roldán, Débora Cerio se propone analizar la lucha de clases subalternas, a fines de 1960, en relación con el contexto local y sobre el cual los actores configuran su identidad. A su vez, cuestiona aquellas perspectivas que “siguen considerando a la historia nacional como marco de generalización de una historia regional...”; por el contrario, manifiesta la importancia de “conocer los ritmos y especificidades con que se mueven los procesos en diferentes espacios”, sin olvidar las marcas temporales que, cargadas de subjetividad, diferencian a las personas o grupos sociales. Así, la autora valoriza el enfoque regional para el estudio de la acción colectiva, el conflicto social y la construcción de identidades políticas. Todo esto, con miras a expresar la complejidad de la realidad.
El trabajo de Gabriela Aguila retoma el enfoque regional para la última dictadura militar en el Gran Rosario, su articulación con la estrategia represiva del Estado militar y el plan sistemático organizado a nivel nacional, demostrando, entonces, que la represión adquirió en las distintas regiones modalidades particulares. Aporta, también, un análisis del rol legitimador de la prensa rosarina acerca de estas actividades, por sobre los movimientos de resistencia, que sólo se manifestaron críticamente a partir del conflicto de Malvinas.
Por último, Elvira Scalona nos demuestra cómo las concepciones tradicionales del espacio regional/local se tradujeron en los programas de estudio de historia. En un principio la historia local estaba ausente, fundamentado en la educación de un ciudadano consustanciado con el Estado-nación; en efecto, lo local apareció a partir de 1970, de acuerdo al objetivo de transferir las escuelas a las provincias y municipios. Sin embargo, la autora insiste en que es necesario profundizar los contenidos, incorporando a la enseñanza los estudios de caso locales para la compresión de la singularidad de cada contexto.
En definitiva, este libro, caracterizado en su introducción como un “mosaico” nos demuestra las potencialidades y alcances de los conceptos regional/local para diversas disciplinas y enfoques; y concuerda con recientes líneas de investigación que conciben lo espacial como una construcción social, a partir de las diferentes regiones argentinas. De este modo, aporta al lector un fructífero panorama sobre las posibilidades teóricas y metodológicas para una investigación histórica local más compleja y profunda.
Florencia Rodríguez Vázquez (INCIHUSA-CONICET)

Felipe II y Cambrai

Felipe II y Cambrai: el consenso del Pueblo. La soberanía entre la práctica y la teoría política. Cambrai (1595-1677), de José Javier Ruiz Ibáñez - 16 x 23 cm., 228 pp., Rosario, 2003 – ISBN 987-20844-2-X.
“Más de un lector ojeará este libro interrogándose sobre su contenido y sobre su propósito. Más de uno imaginará estar en presencia de una obra de historia local como hay tantas. Más de uno encontrará extraño que un joven investigador español dedique cientos de páginas al examen de una modesta ciudad del norte de Francia actual. Sin embargo, este volumen es ejemplar como trabajo de historiador. El proyecto de este libro se sitúa en el corazón mismo de la renovación de la historia política y social del Antiguo Régimen. Cambrai constituye un excepcional observatorio. Su situación geográfica y política era ya compleja. Que el consensus populi haya decidido la suerte de la villa a finales del siglo XVI, es insólito. Que el soberano haya aceptado sin pestañear merece particular examen. Tal es el decorado del libro de José Javier Ruiz Ibáñez que narra un siglo y medio de la historia de Cambrai. Su investigación es impecable. Ha perseguido los documentos esparcidos entre Cambrai, Bruselas, París, Milán, Simancas y Madrid. Nada le ha escapado de estos documentos. Este consenso del pueblo fue posible gracias a una investigación ejemplar. José Javier Ruiz Ibáñez alcanza perfectamente su objetivo de confrontar la teoría con la práctica política. Tenemos que alegrarnos que la historia de la Monarquía Católica no se reduzca al ámbito de la Península Ibérica. Este libro se sitúa en la línea de los estudios que destruyen falsas barreras. La historia de los Países Bajos como la de los territorios italianos ya es considerada imprescindible para la comprensión del Imperio español.” Bernard Vincent

Como sostiene Bernard Vincent en el prólogo a la edición del año 2003, el ambicioso proyecto de este libro se sitúa en el corazón mismo de la renovación de la historia política y social del Antiguo Régimen. La posibilidad de estudiar a través de esta pequeña ciudad al norte de la Francia actual todo el entramado de la vida social y política de Antiguo Régimen, hace de esta obra un ejemplo para el estudio de relación entre teoría y práctica política. Según Vincent disponemos de una nueva joya que, aunque construida sobre la base de documentación dispersa y sobre un territorio periférico de la Monarquía Hispánica, proporciona una mirada completa de la realidad político social de las sociedades de Antiguo Régimen. Esto demuestra una vez más que, sea cual fuera el observatorio, es imperativo pensar en términos globales.
José Javier Ruiz Ibañez sostiene que este libro constituye las segunda parte de una trilogía comenzada con la tesis doctoral publicada en el año 1996. El objetivo común de esta serie consiste en el estudio de la evolución social y, como sujeto concreto, los efectos que sobre la vida individual tuvo las variaciones en la formación, evolución y legitimación del poder político. En este libro en particular se intentó y creo que con éxito, enfocar el problema a través de la relación establecida entre el pensamiento y la teoría política, con y frente a la práctica política.
En esta confrontación entre teoría y práctica política, el autor seleccionó el acto de reconocimiento como príncipe por parte del pueblo de la ciudad de Cambrai a Felipe II en 1595. Es un caso sumamente ilustrativo ya que es una situación que desde el punto de vista teórico no se hubiera podido dar ya que implicó la transferencia de la soberanía por parte del pueblo de Cambrai al rey hispano.
Según el historiador, lo extraordinario no es que se hiciera la oferta sino que fuera aceptada por el delegado regio y que el lejano monarca diera por buena esa decisión. Esta práctica política chocaba con el concepto de justicia que sustentaba y daba una lógica interna al sistema de dominación. Como es de esperar, esta situación trae a colación los debates que en torno a las categorías de soberanía y pueblo se dieron entre los teóricos políticos del siglo XVI. En este libro se analizaron los razonamientos que dieron la base ideológica para esta original práctica política, cuál fue su origen, cómo se relacionó con el entorno ideológico y quizás lo más curioso, porque los actores los aceptaron y asumieron estratégicamente como válidos.
Para poder analizar esta problemática el autor organizó la obra en cuatro capítulos. En el primero de ellos se busca dar un contexto histórico al conflicto, es decir, se trata de una breve historia de Cambrai desde 1477 hasta 1595. Aquí nos enteramos de unos cuántos datos interesantes. Cambrai fue un feudo eclesiástico situado entre dos poderosas monarquías el Imperio, en el que se incluía y el Reino de Francia. Sin embargo logró mantener su neutralidad, hasta verse implicado en la política continental por los desórdenes internos que hicieron temblar los cimientos de sus poderosos vecinos a partir de 1560.
Pese a este peculiar marco jurídico político, en el interior del condado se reproducían las mismas tendencias que en las demás villas de su contexto, es decir, la oposición entre el señor feudal y la Comuna. Mientras la legitimación de la justicia y la policía eran monopolios del obispo, su ejecución correspondía en gran parte al Magistrado que era la expresión institucional de la Comuna.
El segundo capítulo aborda la situación de los Países Bajos en los años que siguieron a la muerte de Alejandro Farnesio, en este sentido, se valoró la importancia geoestratégica que para la presencia hispana en el Septentrión tenía la plaza neutral de Cambrai. También se hace hincapié aquí en los dos episodios que dieron lugar a la conquista de la ciudad: el asedio por parte del ejército de Flandes y la rebelión de la burguesía contra el gobierno francés, y después el proceso asambleario que dio lugar a que el pueblo de Cambrai ofreciera la soberanía de la plaza al rey de España. Esta acción de la burguesía se apoyó en la concepción del Consensus Populi como legitimación del origen de la soberanía en la voluntad de la comunidad ciudadana, lo que formaba un elemento radical de la propia cultura urbana europea de la Baja Edad Media, pero que en el desarrollo de las Monarquías desde el siglo XV había ido ocultando poco a poco bajo el manto de la legalidad regia, aunque no había conseguido eliminarlo definitivamente.
La originalidad de este hecho radica en que era una iniciativa del mismo cuerpo de la ciudad y además era el rey de España el beneficiario de la soberanía en detrimento de la Iglesia de Cambrai. El origen de la soberanía estaba claro: era una potestad delegada de la Majestad Divina al príncipe. Lo que estaba en discución era si ésta era transferida directamente por Dios al monarca, o si para asegurar su legitimidad éste debía ser aceptado por el pueblo.
El tercer capítulo da cuenta del efecto que sobre la población tuvo “su” decisión de 1595, es decir, las consecuencias cotidianas que esta situación produjo en la ciudad.
La ciudad se integró más o menos como uno de los territorios que controlaban los españoles en el conglomerado de los Países Bajos. Era un territorio que, a pesar de tener sus problemas con el gobierno central, contaba con cauces de negociación lo que produjo que se mantuvieran abiertas ciertas expectativas de satisfacción de intereses de patricios y burgueses.
Las intervenciones de los agentes reales casi se centraron exclusivamente en cuestiones de justicia, gracia, y especialmente fiscalidad y defensa, mientras dejaban que la oligarquía afecta gobernara la ciudad, con tal que fuera lo bastante flexible para negociar y dar los recursos que necesitaba la corona.
Según Ruiz Ibáñez la principal innovación en cuanto a la práctica cotidiana del poder consiste en la creación de un nuevo cargo: un bailli general de Cambrais. Este oficio ejercido por la persona del auditor de la justicia militar significaba un solapamiento y un desplazamiento respecto del bailli que tradicionalmente nombraba el arzobispo. Este delegado regio tenía unos poderes extraordinarios ya que su jurisdicción militar sumaba las causas relacionadas con la justicia civil del territorio en detrimento de la que tradicionalmente había pertenecido al prelado.
En el capítulo cuarto se intentará relacionar la práctica política de 1595 y sus efectos en la vida cotidiana de la ciudad de Cambrai con el pensamiento oficial de la Monarquía. El autor cuenta para esto con los razonamientos de posesión que se vieron forzados a hacer los consejeros del rey para responder a las demandas del propietario inicial: el arzobispo. Al tratarse de un debate jurisdiccional se convertía en campo para los juristas y teólogos.
La debilidad jurídica en que se apoya la aceptación de la soberanía por el representante del rey Católico les brindaba a los partidarios del arzobispo una formidable base teórica desde la que iniciar su ofensiva para recuperar sus derechos. Desde la Santa Sede fueron emitidas una serie de cartas y Breves papales intimando al rey de España a devolver su patrimonio a la Iglesia. A pesar de esto, por lo general se trató de escrito bastante poco agresivos y tolerantes.
La justificación de la solicitud de devolución por parte de los canónigos giró sobre dos ejes. En primer lugar, debía demostrar que el príncipe de Cambrai había sido siempre el arzobispo, ya que los medios de transferencia de la soberanía empleados contra su posición no eran válidos; y a continuación debían procurar convencer al rey que el restablecimiento de la Iglesia de Cambrai en sus prerrogativas no iba a perjudicar al patrimonio regio, a la conservación de la religión católica o a la seguridad de la plaza o de los Países Bajos. Para fundar su derecho en justicia el Cabildo eclesiástico recurría a la reconstrucción histórica sobre la documentación original y copias de su archivo. Se abría de esta forma una rica tradición historigráfica clerical que iba a dominar el pasado cambresino hasta el siglo XIX.
Era primordial para el gobierno de Madrid – Valladolid contar con una construcción formal para oponer a las razones de sus detractores, tanto para justificar contra ellos y el Mundo la conservación, como para poder perpetuarla sin que supiera una contradicción interna. Las fuentes de las que se nutrieron para lograr esto fueron dos: los escritos de los agentes de la Monarquía residentes en Flandes y los discursos jurídicos elaborados ad hoc. Realizados en general por juristas, en estos informes primaban las razones de legitimidad sobre las de utilidad en el mantenimiento. Se trataba de demostrar que los títulos de posesión obedecían únicamente a derechos de guerra. De esta manera, una vez tomada la ciudad, el rey tenía todo el derecho “divino y humano” de conservarla. El Consensus Populis es visto como una forma de confirmación de la posesión regia, un tipo especial de incorporación consensuada a la Monarquía pero en ningún caso necesaria para legitimarla. En este sentido, tres pilares intelectuales construyeron la base de la apropiación de la soberanía por el rey de España. El primero consiste en esta legitimación por la apropiación militar, el segundo tiene que ver con la idea del pueblo como garante del poder político católico. Si Felipe II era el rey de los católicos, y solo él podía garantizar la pervivencia de la religión, esta prioridad permitía la apropiación de la soberanía, más aún cuando la expresión misma de la voluntad divina, la Vox Populi, Vox Dei, apoyaba esta transferencia. El tercer elemento era un razonamiento de hondas raíces medievales, heredero de la tradicional aspiración autonomista de las Comunas frente al poder de sus señores. La experiencia democrática de la Comuna le permitió hacer un acto de sumisión al rey, por lo que también se aseguraban personas y propiedades frente a la restauración eclesiástica, se evitaban una dominación arbitraria por los conquistadores y se lograba la emancipación frente al señor feudal. Sin embargo no debe pensarse en estas tres corrientes como parte de una misma conclusión teórica, ya que si para el populus de Cambrai se entendía el acto de sumisión como expresión del derecho electivo, la Monarquía no veía más que la confirmación de una propiedad conquistada en la guerra, una sumisión.
En éste último capítulo el autor logra caracterizar los marcos teóricos de ambas posturas contrapuestas lo que permite a través de ellas reconstruir el pensamiento político del siglo XVI.
El caso de Cambrai es curioso, pero sobre todo ilustrativo. El autor mostró a través de este estudio de caso todo un complejo de relaciones sociales y políticas del mundo de Antiguo Régimen.

Soledad López (UNR)

El Revisionismo Histórico Argentino

EUJANIAN, Alejandro - BRODA, Vanina. El Revisionismo Histórico Argentino: difusión y recepción, en Revista Prohistoria, año VIII, nro. 8, Rosario, 2004.
El revisionismo histórico, surgido al calor de los nacionalismos de la década del ‘30, se ha caracterizado por su notable capacidad de intervención no sólo en los debates públicos sobre nuestro pasado sino, y sobre todo, en las discusiones políticas. La oferta de una visión alternativa a la propuesta por la “historia oficial” puede ser una de las claves para analizar el interés que estos planteos despertaron no sólo en intelectuales y militantes políticos sino además en una amplia audiencia que incorporó muchas de estas interpretaciones a su imaginario político-cultural. El alcance de esta recepción y el éxito de las estrategias utilizadas por el revisionismo para lograrlo no han gozado de una atención acorde en el ámbito de los estudios académicos donde los análisis se han centrado más en los debates en torno a los contenidos que en las formas de producción y circulación de esta particular visión en la sociedad.
El presente dossier, que reúne las reflexiones de Olga Echeverría, María Laura Reali, Julio Stortini, Michael Goebel, enriquece los trabajos ya tradicionales sobre el tema. Los cuatro estudios privilegian, desde los casos particulares que abordan, un eje de análisis centrado en las condiciones que hicieron posible una intervención de estas características. Esta perspectiva permite observar la compleja articulación de la historia con la política y, como señalan Eujanian y Broda en su introducción al dossier, …de los diversos modos en que las sociedades se relacionan con sus pasados al elaborar una imagen de ellas mismas.
Olga Echeverría toma el caso de los hermanos Irazusta y su reacción frente la crisis social que adjudicaban al orden democrático liberal, ampliado por la reforma electoral de 1912. La publicación del primer número de La Nueva República en 1927 –que la autora ubica como la etapa fundacional de una identidad autoritaria de derecha- buscaba un espacio de inserción no sólo político sino también intelectual. El fracaso de los reiterados intentos de los hermanos por influir en las políticas del gobierno de Uriburu y el triunfo del Yrigoyenismo en las elecciones bonaerenses de 1931 marcaron un cambio en las posturas elitistas de este grupo. En esta etapa, que la autora denomina refundacional, el radicalismo es reivindicado como una fuerza “nacional” -en contraste con el liberalismo asociado al imperialismo británico- capaz de asegurar el control de las masas a través de la figura del caudillo. El ataque frontal a lo que denominaban la “oligarquía” liberal incluía el rechazo a una historia oficial que negaba la centralidad y legitimidad del federalismo y de la figura de Rosas en la historia del país. Con la publicación de La Argentina y el Imperialismo Británico los hermanos Irazusta lograron consolidar su prestigio intelectual y ampliar su auditorio al capitalizar el descontento provocado por la firma del tratado Roca-Runciman en 1934 y el rechazo que las mayorías sentían hacia la única beneficiaria del mismo: la “oligarquía” antinacional. El seguimiento de la trayectoria de Julio y Rodolfo Irazusta le permitió a la autora observar cómo la evolución del pensamiento de estos intelectuales los fue acercando a un público más receptivo a sus planteos y a un reconocimiento en el ámbito intelectual que no se condijo, pese a su abierto carácter militante, con la inserción política que siempre persiguieron.
El trabajo de María Laura Reali nos ubica en un escenario diferente desde donde observar las estrategias de difusión del revisionismo historiográfico. El itineriario de quien fuera su máximo exponente en la otra orilla del Plata, Luis Alberto Herrera, le ha permitido a la autora ver por un lado, las formas concretas de circulación y difusión de esta corriente historiográfica en Uruguay y, por el otro, mostrar con la elección de esta figura el vínculo entre los cambios que tienen lugar en las representaciones del pasado y la actuación de Herrera en el terreno político. Líder del Partido Nacional Uruguayo por más de treinta años y actor principal en la conformación de un movimiento revisionista en Uruguay, las batallas libradas con igual vehemencia en uno y otro campo no podrían pensarse la una sin la otra. Por el contrario es al ritmo de esta interacción donde las propuestas de Herrera, tanto políticas como historiográficas, fueron redefiniendo sus tópicos y apreciaciones. Las prácticas de difusión de sus posturas tampoco escapan a esta estrecha relación entre historia y política en tanto son las mismas redes y estrategias que le sirvieron para vehiculizar sus propuestas políticas las que Herrera utilizaría para la divulgación de su producción sobre el pasado.
Historia y política es el título del trabajo de Julio Stortini quien aborda también esta relación pero a partir del seguimiento de la trayectoria del Instituto de Investigaciones Históricas Juan M. de Rosas como principal órgano de difusión del revisionismo histórico argentino durante el gobierno peronista. La ausencia de manifestaciones explícitas en las revistas y boletines publicados durante el período permiten al autor matizar las afirmaciones de Diana Quattrocchi-Woisson sobre la creciente “peronización” del Instituto cuyo punto máximo se habría dado, para esta autora, en 1951 bajo la dirección de José María Rosa. Stortini, sin embargo, cree que la convergencia entre el revisionismo y el peronismo habría tenido lugar recién después del derrocamiento de Perón. La ausencia de apoyo oficial del gobierno peronista al Instituto; la reticencia del mismo a usar el activismo nacionalista y las escasas referencias favorables a la gestión peronista en la revista le permiten al autor sostener esta afirmación.
Justamente es Michel Goebel quien toma el período posterior al Golpe de 1955 -que define como el de la apropiación del Revisionismo por parte del Peronismo- para analizar algunas de las bases sobre las que se consolidó la amplia inserción de las ideas revisionistas en las representaciones colectivas de toda una generación de argentinos durante los años 1960s. El autor sostiene que la reformulación del imaginario histórico del peronismo fue un proceso coyuntural por dos razones. Por un lado la Revolución Libertadora se ubicó a sí misma como continuadora de la línea histórica Mayo-Caseros buscando identificar la tiranía de Rosas con la de Perón. La prensa peronista reaccionó rechazando el ideario histórico de la Revolución Libertadora al tiempo que reconsideraba la visión revisionista e invertía las valorizaciones peyorativas. De este modo fue el mismo discurso gubernamental, según el autor, el que alimentó el proceso de apropiación del revisionismo por parte del peronismo.
Paralelamente podría pensarse esta reconversión del peronismo desde el punto de vista de las estrategias de alianzas. Efectivamente se estaba dando un proceso de reconfiguración política de los grupos de oposición al gobierno de Aramburu que incluyó el acercamiento de sectores nacionalistas al peronismo. El periódico Palabra Argentina, la publicación más regular e influyente entre 1955 y 1958, fue tomada por el autor como el ejemplo más acabado de esta nueva situación.
Sin exclusiones, Goebel suma estas dos interpretaciones a las otras ya clásicas para pensar algunas de las razones que llevaron a la amplia recepción, durante los años 1960s, de la visión del pasado ofrecida por el revisionismo histórico.
Los recorridos por las distintas experiencias revisionistas presentadas por los autores de este dossier mostraron algunas coincidencias dentro de la diversidad. En todos los casos los planteos revisionistas parecieran haber gozado de un mayor grado de intervención y aceptación en aquellos momentos en que la coyuntura política y social hizo potable la identificación de los hechos históricos -supuestamente tergiversados por las “historia oficial”- con su propia marginalidad política y académica. El caso más claro, quizás, sea la impugnación de la “historia que escriben los que ganan” y su asociación con el peronismo proscripto a partir de 1955. Aunque del mismo modo puede leerse el uso del ideal federal como herramienta “antioligárquica” en momentos de la firma del tratado Roca-Runciman por parte de los hermanos Irazusta o la mirada de Herrera sobre la Guerra de la Triple Alianza para fundamentar sus propias propuestas en materia de política internacional. De este modo, desde su singularidad, los cuatro trabajos nos ofrecen lo que podría ser otra clave desde donde analizar la expansión de un fenómeno que, parafraseando a los compiladores del dossier, a pesar de los esfuerzos por decretar su muerte se resiste a desaparecer en forma definitiva.
Irene Rodríguez (UNR)

sábado, 1 de marzo de 2008

Revista Prohistoria, Núm. 11 - Historia Reciente y Dictadura. Argentina, 1976-1983


CONTENIDO

historia…
“Trayectorias conceptuales en torno a la noción de responsabilidad y su articulación con la historia reciente argentina”, por Florencia Levín
“Análisis del Informe de la Comisión Bicameral Investigadora de las Violaciones de los DDHH en la Provincia de Tucumán (1974 -1983)”, por Rubén Kotler
“Dos prólogos para un mismo informe. El Nunca Más y la memoria de las desapariciones”, por Emilio Crenzel
“Detrás de la pantalla: autoritarismo, censura y represión en los medios. Un estudio de caso, Córdoba 1973-1983”, por Silvia Romano
“Dictadura y memoria: el conflictivo contrapunto entre las memorias de la dictadura en Rosario”, por Gabriela Águila
“Nacionalismo y catolicismo en la educación pública santafesina (1976-1983)”, por Fabiana Alonso
“La Espontaneidad Regulada. Fútbol, Autoritarismo y Nación en Argentina ‘78. Una mirada desde los márgenes”, por Diego Roldán
“La traición quebrada”, por Virginia Castro
…políticas de la historia
“Historias rojas: los intelectuales comunistas y el pasado nacional en los años 1930s.”, por Alejandro Cattaruzza
“Sobre la existencia de la historia reciente como disciplina académica. Reflexiones en torno a Historia reciente.
Perspectivas y desafíos de un campo en construcción, compilado por Marina Franco y Florencia Levín”, por Luciano Alonso
“Una forma de intervención del Estado a comienzos de los años 1930s.: poder político, represión e indiferencia. Alrededor de la publicación de El Fusilamiento de Joaquín Penina de Aldo Oliva”, por Diego Roldán
inicios
“Centros clandestinos de detención. Algunas reflexiones sobre cómo abordar su estudio: el caso de Rosario, 1976-1983”, por Roberto Román
reseñas
PAREDERO, Hugo ¿Cómo es un recuerdo? La dictadura contada por los chicos
que la vivieron, por Lucía Brienza - LIDA, Miranda Dos ciudades y un deán. Biografía de Gregorio Funes, 1749- 1829, por Diego A. Mauro - MELON, Julio César y QUIROGA, Nicolás -editores- El peronismo bonaerense: partido y prácticas políticas, por Ivana Hirschegger - ZANCA, José Los intelectuales católicos y el fin de la cristiandad. 1955-1966, por Natalia Gisele Arce - WEISBERGER, Jean La mort du Prince. Le régicide dans la tragédie européenne du XVIIe siècle, por Marco Penzi - ARMSTRONG, Megan C. The Politics of Piety. Franciscan Preachers Duringthe Wars of Religion, 1560-1600, por Marco Penzi - GARCÍA JORDÁN, Pilar “Yo soy libre y no indio: soy guarayo”, para una historia de Guarayos, 1790-1948, por Gabriela Dalla Corte - LYNCH, John Simón Bolívar, por Rafael Atuati

Etnicidad y Globalización, de Daniel Santamaría

Distribuidora Prohistoria incluyó en su catálogo "Etnicidad y Globalización", de Daniel Santamaría - Envíos a librerías y particulares, a todo el país por Correo Argentino y al exterior, por DHL.

Resumen:
“Las estrategias de adaptación o integración tienen dos límites: uno es interno a los etnogrupos y otro externo: por supuesto, ningún etnogrupo puede abandonar sus elementos organizacionales de un día para el otro. El camino de aproximación-incorporación a la sociedad global no es lineal ni irreversible: tiene sinuosidades, retrocesos, atajos falsos y dubitaciones. Sin embargo, está guiado por experiencias concretas y consideraciones enteramente racionales y dirigido por protagonistas con actitudes favorables al cambio.”, Daniel Santamaría

Este libro devela las característica sociohistóricas de esta “tensión”, constituyéndose en algo más que una denuncia científica o una reflexión intelectualmente alejada de la realidad, se trata del primer esfuerzo serio en ciencias sociales de hacer social una problema científico: el de la destrucción, supervivencia y vida de nuestra Sudamérica indígena. - Purmamarka Ediciones

TABLA DE CONTENIDOS
Uno
Etnogrupos y etnicidad
Un problema terminológico. Características de los etnogrupos. Etnogrupo e individuo. Los etnogrupos como sistemas. Etnicidad. Los etnogrupos tropicales sudamericanos: de la diversidad a la uniformidad. Formas de organización del espacio étnico. Sociedad global. Segregación progresiva. Espacios transicionales. Los integrados se miran a sí mismos.
Dos
Causas de los procesos de aproximación e incorporación
La tentación por la modernidad
CAUSAS INTERNAS. Trabajo tradicional aldeano. Trabajo de tala habilitado o independiente. Préstamo cultural y transformaciones tecnológicas. Problemas productivos. Transformaciones alimentarias. Mujer y trabajo. Competencia. Prácticas de control demográfico. Infanticidio. Prácticas matrimoniales. Rechazo o reclusión de menstruantes. Hacinamiento y falta de privacidad. Rumores y amenazas. Debilitamiento del poder político local. Castigos contra conductas desviadas. Situaciones de subversión. Migraciones campo-campo. Fusión interétnica.
CAUSAS EXTERNAS. Trabajo coactivo. Trabajo rural asalariado. Trabajo asalariado en las petroleras. Orientación de la producción local a mercados externos. Ciclos extractivos y concesiones a empresas. Contaminación. Deforestación. Invasiones campesinas y empresarias. Inexperiencia en el manejo de ecosistemas. Aislamiento disfrazado de independencia. Conflictos interétnicos. Conversión religiosa. Represión. Genocidio. Lengua y educación. Influencia de los modernos medios de comunicación. Endemias y epidemias. Migración a áreas urbanas y acceso a bienes y servicios.
Tres
Estrategias de adaptación e integración
Aculturación. Articulación. Integración social. Adaptación. Memoria, modernidad y tradición. Organización política nativa. Indigenismo. Reformas agrarias. Asistencialismo. Doctrinas de la identidad.
Cuatro
Teoría de la etnicidad decreciente
Etnicidad decreciente. Tipos de aproximación-incorporación. 1) Aislamiento relativo. 2) Fusión interétnica. 3) Aproximación relativa. 4) Renuncia a la aproximación. 5) Segregación progresiva. 6) Etnicidad fluctuante. 7) Campesinización. 8) Migración a ciudades. Resultados posibles de la aproximación-incorporación. Medición de la tasa de etnicidad.
Epílogo