Más allá del territorio. La historia regional y local como problema. Discusiones, balances y proyecciones, compilado por Sandra R. Fernández - 16 x 23 cm, 180 pp., Rosario, 2007 - ISBN 987-22462-0-3
Ir “más allá del territorio” implica entender lo regional/local relacionándolo con las experiencias, actores, identidades y prácticas en un espacio y tiempo determinados. Por ello, este libro es una visión superadora e integradora. Superadora, porque redefine –de acuerdo con estudios geográficos de la década de 1970- lo regional/local como una construcción social, que se rediseña y actualiza a partir de las múltiples relaciones que tejen los diversos sujetos sociales en cada región. Es integradora, porque menciona y discute cuestiones metodológicas y teóricas, y propone nuevas miradas en los diversos artículos que componen la obra.
Inauguran el recorrido, Anaclet Pons y Justo Serna ofreciendo una periodización acerca de la emergencia conceptual de lo local y sus diversos abordajes desde la historia para, luego, problematizar los conceptos tradicionales de lo local y sus fronteras analíticas. Finalmente, proponen a la historia local como una red compleja, de este modo se aproximaría a la perspectiva microanalítica, “con el fin de revelar la densa red de relaciones que configuran la acción humana”, sobre la base de la “reconstrucción minuciosa del espacio local”.
Sandra Fernández continúa la perspectiva teórico- metodológica para referirse y discutir la producción historiográfica argentina, abundante en los últimos años pero “dispersa” y eclipsada por la “sombra de los análisis establecidos desde un lábil marco “nacional”. Argumento que reaparece en otros capítulos. Da cuenta, a su vez, de los enfoques dominantes –concepciones sobre identidad, el estado Nación, el territorio- que fueron un obstáculo para nuevas búsquedas y para iniciar estudios comparativos. Por el contrario, la autora propone repensar la identidad desde la ciudad, lo local y lo regional en cuanto configuraciones sociales y explorando las prácticas sociales.
Las cuestiones teórico-metodológicas detectadas se actualizan e impregnan los capítulos siguientes y esto constituye el enlace entre objetos diversos. Así, en cada capítulo se despliegan las preocupaciones, críticas y necesidades advertidas por los autores para el estudio de lo regional/ local.
Susana Bandieri comenta el devenir de los estudios regionales para el caso de la Patagonia; Andrea Reguera lo hace para Tandil. El balance historiográfico de Bandieri muestra –a través de un programa de investigación de la Universidad del Comahue que contó, luego, con el aporte de la Universidad de la Frontera, Temuco- la ruptura con los enfoques encerrados en los límites político-administrativos del Estado-nación. Se focaliza el estudio en las relaciones socioeconómicas comerciales entre el sur chileno y argentino y la continuidad espacio temporal de las relaciones fronterizas. Estos aportes sirvieron, después, para analizar a los sujetos sociales involucrados en la producción ganadera. Las conclusiones fueron muy distintas a las comúnmente generalizadas para la Patagonia.
En tanto, el acercamiento a lo local/rural aparece en el texto de Reguera a través de tres miradas: los viajeros y cronistas locales, las cuales son fuente sustancial para la visión de las posteriores investigaciones históricas –desarrolladas en la Universidad del Centro (Buenos Aires)-. El trabajo de la autora nos permite verificar cómo se interrelacionan los individuos entre sí en torno a un espacio local determinado.
De lo rural nos trasladamos, en los dos capítulos siguientes, a lo urbano. Darío Barriera se refiere al libro de González Lebrero, La pequeña aldea. Sociedad y economía en Buenos Aires (1580- 1640), y nos plantea un interesante diálogo con esta obra cuestionando algunos conceptos centrales para el análisis de los fenómenos espaciales y la ausencia de un análisis de los vínculos entre Buenos Aires y otros espacios cercanos. Pero, también, para destacar sus logros, especialmente, en el abordaje de aspectos en cierto modo olvidados por la “historiografía nacional”.
Diego Roldán realiza un balance acerca de los diversos enfoques con que las disciplinas sociales han abordado lo urbano y la ciudad: el abandono de la ciudad como escenario de política y de la cultura, consumado desde el urbanismo –o planificación estratégica urbana-; y la sociología, y su recuperación, en 1970, a través de la literatura. Los años 1980 y 1990 son señalados como el momento de acercamiento de los estudios culturales a lo urbano pero localizándose en el Estado y los sectores hegemónicos. De este modo, el autor articula hábilmente textos e investigaciones paradigmáticas para dar cuanta de los vaivenes en los ejes de estudio y concluye en la incapacidad de las ciencias sociales para “pensar la ciudad en paralelo al cambio” y en la necesidad de examinar las variables de espacio y tiempo.
Quizá como respuesta a las ausencias detectadas por Roldán, Débora Cerio se propone analizar la lucha de clases subalternas, a fines de 1960, en relación con el contexto local y sobre el cual los actores configuran su identidad. A su vez, cuestiona aquellas perspectivas que “siguen considerando a la historia nacional como marco de generalización de una historia regional...”; por el contrario, manifiesta la importancia de “conocer los ritmos y especificidades con que se mueven los procesos en diferentes espacios”, sin olvidar las marcas temporales que, cargadas de subjetividad, diferencian a las personas o grupos sociales. Así, la autora valoriza el enfoque regional para el estudio de la acción colectiva, el conflicto social y la construcción de identidades políticas. Todo esto, con miras a expresar la complejidad de la realidad.
El trabajo de Gabriela Aguila retoma el enfoque regional para la última dictadura militar en el Gran Rosario, su articulación con la estrategia represiva del Estado militar y el plan sistemático organizado a nivel nacional, demostrando, entonces, que la represión adquirió en las distintas regiones modalidades particulares. Aporta, también, un análisis del rol legitimador de la prensa rosarina acerca de estas actividades, por sobre los movimientos de resistencia, que sólo se manifestaron críticamente a partir del conflicto de Malvinas.
Por último, Elvira Scalona nos demuestra cómo las concepciones tradicionales del espacio regional/local se tradujeron en los programas de estudio de historia. En un principio la historia local estaba ausente, fundamentado en la educación de un ciudadano consustanciado con el Estado-nación; en efecto, lo local apareció a partir de 1970, de acuerdo al objetivo de transferir las escuelas a las provincias y municipios. Sin embargo, la autora insiste en que es necesario profundizar los contenidos, incorporando a la enseñanza los estudios de caso locales para la compresión de la singularidad de cada contexto.
En definitiva, este libro, caracterizado en su introducción como un “mosaico” nos demuestra las potencialidades y alcances de los conceptos regional/local para diversas disciplinas y enfoques; y concuerda con recientes líneas de investigación que conciben lo espacial como una construcción social, a partir de las diferentes regiones argentinas. De este modo, aporta al lector un fructífero panorama sobre las posibilidades teóricas y metodológicas para una investigación histórica local más compleja y profunda.
Florencia Rodríguez Vázquez (INCIHUSA-CONICET)
Ir “más allá del territorio” implica entender lo regional/local relacionándolo con las experiencias, actores, identidades y prácticas en un espacio y tiempo determinados. Por ello, este libro es una visión superadora e integradora. Superadora, porque redefine –de acuerdo con estudios geográficos de la década de 1970- lo regional/local como una construcción social, que se rediseña y actualiza a partir de las múltiples relaciones que tejen los diversos sujetos sociales en cada región. Es integradora, porque menciona y discute cuestiones metodológicas y teóricas, y propone nuevas miradas en los diversos artículos que componen la obra.
Inauguran el recorrido, Anaclet Pons y Justo Serna ofreciendo una periodización acerca de la emergencia conceptual de lo local y sus diversos abordajes desde la historia para, luego, problematizar los conceptos tradicionales de lo local y sus fronteras analíticas. Finalmente, proponen a la historia local como una red compleja, de este modo se aproximaría a la perspectiva microanalítica, “con el fin de revelar la densa red de relaciones que configuran la acción humana”, sobre la base de la “reconstrucción minuciosa del espacio local”.
Sandra Fernández continúa la perspectiva teórico- metodológica para referirse y discutir la producción historiográfica argentina, abundante en los últimos años pero “dispersa” y eclipsada por la “sombra de los análisis establecidos desde un lábil marco “nacional”. Argumento que reaparece en otros capítulos. Da cuenta, a su vez, de los enfoques dominantes –concepciones sobre identidad, el estado Nación, el territorio- que fueron un obstáculo para nuevas búsquedas y para iniciar estudios comparativos. Por el contrario, la autora propone repensar la identidad desde la ciudad, lo local y lo regional en cuanto configuraciones sociales y explorando las prácticas sociales.
Las cuestiones teórico-metodológicas detectadas se actualizan e impregnan los capítulos siguientes y esto constituye el enlace entre objetos diversos. Así, en cada capítulo se despliegan las preocupaciones, críticas y necesidades advertidas por los autores para el estudio de lo regional/ local.
Susana Bandieri comenta el devenir de los estudios regionales para el caso de la Patagonia; Andrea Reguera lo hace para Tandil. El balance historiográfico de Bandieri muestra –a través de un programa de investigación de la Universidad del Comahue que contó, luego, con el aporte de la Universidad de la Frontera, Temuco- la ruptura con los enfoques encerrados en los límites político-administrativos del Estado-nación. Se focaliza el estudio en las relaciones socioeconómicas comerciales entre el sur chileno y argentino y la continuidad espacio temporal de las relaciones fronterizas. Estos aportes sirvieron, después, para analizar a los sujetos sociales involucrados en la producción ganadera. Las conclusiones fueron muy distintas a las comúnmente generalizadas para la Patagonia.
En tanto, el acercamiento a lo local/rural aparece en el texto de Reguera a través de tres miradas: los viajeros y cronistas locales, las cuales son fuente sustancial para la visión de las posteriores investigaciones históricas –desarrolladas en la Universidad del Centro (Buenos Aires)-. El trabajo de la autora nos permite verificar cómo se interrelacionan los individuos entre sí en torno a un espacio local determinado.
De lo rural nos trasladamos, en los dos capítulos siguientes, a lo urbano. Darío Barriera se refiere al libro de González Lebrero, La pequeña aldea. Sociedad y economía en Buenos Aires (1580- 1640), y nos plantea un interesante diálogo con esta obra cuestionando algunos conceptos centrales para el análisis de los fenómenos espaciales y la ausencia de un análisis de los vínculos entre Buenos Aires y otros espacios cercanos. Pero, también, para destacar sus logros, especialmente, en el abordaje de aspectos en cierto modo olvidados por la “historiografía nacional”.
Diego Roldán realiza un balance acerca de los diversos enfoques con que las disciplinas sociales han abordado lo urbano y la ciudad: el abandono de la ciudad como escenario de política y de la cultura, consumado desde el urbanismo –o planificación estratégica urbana-; y la sociología, y su recuperación, en 1970, a través de la literatura. Los años 1980 y 1990 son señalados como el momento de acercamiento de los estudios culturales a lo urbano pero localizándose en el Estado y los sectores hegemónicos. De este modo, el autor articula hábilmente textos e investigaciones paradigmáticas para dar cuanta de los vaivenes en los ejes de estudio y concluye en la incapacidad de las ciencias sociales para “pensar la ciudad en paralelo al cambio” y en la necesidad de examinar las variables de espacio y tiempo.
Quizá como respuesta a las ausencias detectadas por Roldán, Débora Cerio se propone analizar la lucha de clases subalternas, a fines de 1960, en relación con el contexto local y sobre el cual los actores configuran su identidad. A su vez, cuestiona aquellas perspectivas que “siguen considerando a la historia nacional como marco de generalización de una historia regional...”; por el contrario, manifiesta la importancia de “conocer los ritmos y especificidades con que se mueven los procesos en diferentes espacios”, sin olvidar las marcas temporales que, cargadas de subjetividad, diferencian a las personas o grupos sociales. Así, la autora valoriza el enfoque regional para el estudio de la acción colectiva, el conflicto social y la construcción de identidades políticas. Todo esto, con miras a expresar la complejidad de la realidad.
El trabajo de Gabriela Aguila retoma el enfoque regional para la última dictadura militar en el Gran Rosario, su articulación con la estrategia represiva del Estado militar y el plan sistemático organizado a nivel nacional, demostrando, entonces, que la represión adquirió en las distintas regiones modalidades particulares. Aporta, también, un análisis del rol legitimador de la prensa rosarina acerca de estas actividades, por sobre los movimientos de resistencia, que sólo se manifestaron críticamente a partir del conflicto de Malvinas.
Por último, Elvira Scalona nos demuestra cómo las concepciones tradicionales del espacio regional/local se tradujeron en los programas de estudio de historia. En un principio la historia local estaba ausente, fundamentado en la educación de un ciudadano consustanciado con el Estado-nación; en efecto, lo local apareció a partir de 1970, de acuerdo al objetivo de transferir las escuelas a las provincias y municipios. Sin embargo, la autora insiste en que es necesario profundizar los contenidos, incorporando a la enseñanza los estudios de caso locales para la compresión de la singularidad de cada contexto.
En definitiva, este libro, caracterizado en su introducción como un “mosaico” nos demuestra las potencialidades y alcances de los conceptos regional/local para diversas disciplinas y enfoques; y concuerda con recientes líneas de investigación que conciben lo espacial como una construcción social, a partir de las diferentes regiones argentinas. De este modo, aporta al lector un fructífero panorama sobre las posibilidades teóricas y metodológicas para una investigación histórica local más compleja y profunda.
Florencia Rodríguez Vázquez (INCIHUSA-CONICET)
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